CUENTO DE NAVIDAD

En medio de una montaña, en un castillo helado, vivían unos pequeños espíritus de hielo. El castillo era su hogar y se pasaban cada uno de sus días allí. Menos uno.

Había un día que tenían que mostrar el trabajo que habían hecho durante todo el año. Y es que su trabajo era fabricar ilusiones. Ilusiones que ellos materializaban y las convertían en regalos. Como muchos ya os habréis dado cuenta, el día que salían era el de Navidad.


Cada espíritu tenía una familia asignada con la que trabajaban durante todo el año. Desde el mágico castillo, los espíritus controlaban todas las emociones de cada familia, y al llegar la Navidad, ya tenían el regalo perfecto para cada uno de los miembros. Los espíritus solo tenían un día libre, y ese era el anterior a Navidad, el de Nochebuena. Ese día lo tenían para relajarse y no pensar en el día a día y en lo mismo de siempre, escapar de su rutina. El día de Navidad estos espíritus se transformaban en ese regalo que tú habías estado esperando todo el año.


El día siguiente, el 26 nacían nuevos espíritus que daban esperanza para poder pasar otro año con la ilusión de que llegue el gran día, el de Navidad.